Descubren un nuevo posible biomarcador para la Esclerosis Múltiple

Un estudio llevado a cabo por investigadores del Centro de Enfermedades Neurológicas Ann Romney y publicado en la revista JAMA Neurology ha estudiado la conexión entre la concentración de micro-ARN en suero y los resultados observados en resonancias magnéticas (RMN), como son las lesiones y el grado de atrofia, con el fin de determinar la gravedad de la esclerosis múltiple (EM).

Los resultados muestran que medir la concentración de ciertos  micro-RNAs (miRNAs) en suero puede servir  como biomarcador para medir la progresión en Esclerosis Múltiple, dado que observaron cierta relación, tanto protectora como perjudicial, entre dicha concentración y la medida de lesiones y grado de atrofia tanto medular como cerebral.

Anteriormente ya habían sido propuestos los miRNAs como biomarcadores relevantes para diagnosticar la esclerosis múltiple, así como para medir la actividad de la enfermedad y su respuesta al tratamiento.

La resonancia magnética, como técnica de imagen, ha contribuido a lo largo de los años a diagnosticar y monitorizar la enfermedad, y los avances en estas técnicas han permitido medir los procesos heterogéneos de progresión de la enfermedad, y por tanto diferenciar así a los pacientes en distintos grupos.

Un curioso hallazgo del grupo de investigadores fue descubrir que no son los mismos miRNAs los que se relacionan con la atrofia cerebral que aquellos que se asocian con lesiones cerebrales, sugiriendo que son distintos los procesos patológicos que derivan en lesiones focales (desmielinización inflamatoria) y en neurodegeneración (pérdida neuronal y axonal).

Otro hallazgo interesante fue el descubrimiento de cierta especificidad topográfica; es decir, que ciertos miRNAs se asociaban con medidas de severidad de la enfermedad en la médula espinal, pero no en el cerebro. Esto concuerda con resultados previos de otros grupos de investigación, que afirmaban que la susceptibilidad genética puede tener cierta predilección por lesiones medulares, y que los linfocitos T pueden inducir infiltración e inflamación de manera predominante en la médula o en el cerebro.

Estos resultados acercan el abordaje personalizado de la esclerosis múltiple, que permitirá monitorizar tanto la actividad de la enfermedad, como la respuesta a tratamientos.


Fuente: "JAMA Neurology"