CONTROLES ÉTICOS en la actividad biomédica
Análisis de situación y recomendaciones
El espectacular y acelerado progreso que está experimentando la investigación biomédica alcanza una magnitud y una trascendencia clínica y social difíciles de predecir.
El emergente y prometedor devenir de nuevas disciplinas científicas, como la Farmacogenética, la Farmacogenómica u otras “ómicas”, la rápida incorporación y renovación de tecnologías informáticas, el abaratamiento de los microarrays y de las diferentes técnicas de secuenciación del genoma humano, y los avances en Biología Molecular, entre otros aspectos, no sólo han aumentado de forma considerable nuestro conocimiento de las diferencias interindividuales y las bases moleculares de cada enfermedad, sino que estos progresos se están haciendo cada vez más accesibles y asequibles para muchos laboratorios y centros de investigación y sanitarios. Todo ello ha situado en un plano de realidad cotidiana lo que hace poco más de una década no dejaba de ser ciencia ficción en Medicina. En este contexto, los límites de la investigación biomédica parecen desvanecerse y desaparecer.
De forma paralela, se detecta una sensibilidad social creciente sobre la dimensión ética y las consecuencias jurídicas de la práctica clínica o asistencial y de la investigación biomédica, lo que se traduce en un aumento de la demanda de órganos que orienten en este ámbito.
Sólo un estricto y adecuado sistema de control ético puede ordenar, priorizar y validar los hallazgos que se van acumulando en cada vez menos intervalos de tiempo, y pueden ayudar a discernir entre los progresos biomédicos que son útiles y aconsejables para la humanidad y aquellos que pueden suponer un riesgo para la esencia del ser humano y la convivencia armoniosa y respetuosa.
El emergente y prometedor devenir de nuevas disciplinas científicas, como la Farmacogenética, la Farmacogenómica u otras “ómicas”, la rápida incorporación y renovación de tecnologías informáticas, el abaratamiento de los microarrays y de las diferentes técnicas de secuenciación del genoma humano, y los avances en Biología Molecular, entre otros aspectos, no sólo han aumentado de forma considerable nuestro conocimiento de las diferencias interindividuales y las bases moleculares de cada enfermedad, sino que estos progresos se están haciendo cada vez más accesibles y asequibles para muchos laboratorios y centros de investigación y sanitarios. Todo ello ha situado en un plano de realidad cotidiana lo que hace poco más de una década no dejaba de ser ciencia ficción en Medicina. En este contexto, los límites de la investigación biomédica parecen desvanecerse y desaparecer.
De forma paralela, se detecta una sensibilidad social creciente sobre la dimensión ética y las consecuencias jurídicas de la práctica clínica o asistencial y de la investigación biomédica, lo que se traduce en un aumento de la demanda de órganos que orienten en este ámbito.
Sólo un estricto y adecuado sistema de control ético puede ordenar, priorizar y validar los hallazgos que se van acumulando en cada vez menos intervalos de tiempo, y pueden ayudar a discernir entre los progresos biomédicos que son útiles y aconsejables para la humanidad y aquellos que pueden suponer un riesgo para la esencia del ser humano y la convivencia armoniosa y respetuosa.